Nos mandaron a las calles sin cubrebocas: encuestadores del Inegi

MÉXICO.- Un chaleco beige, un gafete de identificación, un sombrero y mochila, son la única protección contra el coronavirus, la inseguridad pública y hasta los perros, con la que cuentan miles de entrevistadores del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) que aun en contingencia sanitaria recorren las calles del país.

Pese a la suspensión de labores no esenciales ellos siguen trabajando normal y más aún, su trabajo de campo podría extenderse más allá de su contrato, que terminaría este viernes 27 de marzo, pues precisamente por la emergencia del coronavirus les han avisado que podrían laborar hasta el martes próximo.

Así, mientras millones de mexicanos protegen su salud encerrados en sus casas y en cuarentena, los trabajadores del Instituto siguen expuestos, sin protección sanitaria, en jornadas de más de 8 horas, tocando puertas y visitando a decenas de mexicanos diariamente, con riesgo de contagio.

La única recomendación que el Inegi les ha hecho es que guarden distancia de 1.5 metros, y que para levantar el censo no ingresen a los inmuebles, pero «nos mandaron a las calles sin cubre bocas, sin gel, dicen que ya van a llegar, que ya mero, que lo compremos y nos lo reponen. Lo que quisiéramos es protegernos y quedarnos en casa como todos», aseguraron entrevistadores consultados, detectados en calles de Iztapalapa, Iztacalco, Venustiano Carranza y Benito Juárez.

Mientras, el Inegi ofreció una postura oficial sobre estas condiciones de trabajo y eventual alargamiento del periodo de levantamiento del censo, pero eso no ocurrió.

«La gente nos grita ¿qué hacen aquí? Váyanse a su casa, no contaminen» dice María, una encuestadora que prefirió el anonimato y lamenta que el lunes apenas logró dos entrevistas pese a andar todo el día buscando y convenciendo informantes, como les llaman a los ciudadanos.

«Todos quisiéramos protestar por cómo nos exponen y nos tratan pero lo que queremos es que ya acabe esto» dice Miguel, quien como otros hablan con EL UNIVERSAL para expresar su reclamo, pero temen que por represalias no les paguen lo que les deben, viáticos de campo que les adeudan, o apoyos de 200 pesos prometidos por los gastos que tuvo que hacer cada uno para autoprotegerse.

«Ya ni alcanzamos gel, en mi casa improvisamos este cubrebocas» dice Claudia, quien cosió un trapo como cubrebocas. «Sabemos que no sirve, pero algo es algo, además eso da más seguridad a la gente porque sabe que podemos ser portadores de coronavirus».

Otra más establece que en un día solían hablar con 20 personas –ahora ha reducido, por la cuarentena- pero «no hacemos ese número de entrevistas porque mucha gente no quiere».

«A mí una ciudadana me gritó: ¿señor que no sabe que estamos en contingencia?, ¿Por qué el gobierno los manda si ya dijeron que nadie debe andar en la calle? ¡Retírese!», reconoció Carlos, otro entrevistador.

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